Este artículo explora el paso de los monopolios tradicionales de telecomunicaciones a las iniciativas de conectividad dirigidas por las comunidades, sobre todo en las zonas desatendidas. Destaca los fracasos de los operadores a gran escala a la hora de proporcionar acceso a Internet en regiones rurales y de bajos ingresos, y el creciente éxito de las redes comunitarias, que ofrecen alternativas más sostenibles y gobernadas localmente. Estos modelos impulsados por la comunidad no sólo mejoran el acceso digital, sino que también promueven la inclusión social y el crecimiento económico. El artículo también reclama reformas normativas para apoyar mejor estos planteamientos innovadores de reducción de la brecha digital.